Se trata de un estudio acerca de un niño con discapacidad intelectual y sus vivencias en las clases de educación física, pues se siente incompetente y continuamente amenazado por los insultos y reproches de sus compañeros. Pedro, que así es como se llama, se queja de que el profesor no le defiende y no castiga a su compañero, y en innumerables ocasiones abandona las clases de educación física.
Este solo es un ejemplo, pero está claro que aquellos que se dediquen a la docencia se van a encontrar con casos iguales o parecidos. Es difícil actuar en estas situaciones. Mi opinión es que se debe animar continuamente al alumno, intentar cuando se realice cualquier actividad mandarle tareas que sepamos que sabrá llevar a cabo, exigiéndole cada vez un poco más para que poco a poco vaya aprendiendo. En cuanto a los demás alumnos, responsables de críticas y burlas hacia el alumno con discapacidad, pienso que el profesor debería hablar con la aquellos en privado, explicándoles y haciéndoles ver el problema de su compañero, indicándoles que lo que deben hacer es animarlo e intentar ayudarlo en todo lo que puedan.
Yo imparto clases de tenis a niños y niñas. Si alguna vez me encuentro con algún alumno/a que no juega al mismo nivel que el resto del grupo y que por ello es el centro de burlas y criticas, intento hablar con ambas partes, animar al alumno/a y en ocasiones hago alguna modificación sin que los demás se den cuenta para que este consiga ganar el juego consiguiendo que se anime y que los demás vean que ellos también pueden perder. Aunque esto solo lo he hecho en alguna ocasión puntual, la mayoría de las veces procuro hablar con ellos y al final siempre terminan apoyándose.
Podemos comparar los personajes del artículo con atletas y personas pertenecientes al deporte de alto rendimiento.
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